Comentario
Francia contaba con una buena flota de ocho acorazados, 16 cruceros, un portaaviones, 58 destructores y 88 submarinos, que no fueron cedidos al Reich y permanecían en una situación equívoca que inquietaba a los ingleses, cuya supervivencia dependía de los transportes por tres grandes rutas: la primera por el Mediterráneo, el Rojo y el Indico hasta la India; la segunda contorneaba Africa por El Cabo y la tercera cruzaba el Atlántico septentrional hasta Norteamérica.
La ruta del Mediterráneo era posible gracias a la ineficacia de la flota italiana y la inactividad de la francesa; que permanecía en sus bases a las órdenes de Vichy. Una iniciativa británica pretendió asegurar la situación; el 3 de julio de 1940, tres acorazados, un portaaviones, dos cruceros y diez destructores de la Royal Navy aparecieron frente a Mazalquivir, base de la escuadra del almirante Gensoul compuesta por cuatro acorazados, cuatro cruceros y varios destructores que tenían las calderas apagadas. Los ingleses ofrecieron la rendición a Gensoul que se negó, de acuerdo con las órdenes de Pétain. Entonces, la aviación embarcada lanzó minas magnéticas contra la escuadra francesa, algunas de cuyas unidades pudieron huir hacia Tolón.
En Dakar, tenía su base el contraalmirante francés Bourragué, con un acorazado, siete cruceros y una escolta de destructores, cuya presencia amenazaba la ruta de El Cabo. En septiembre, la flota británica interceptó en el mar a la escuadra de Bourragué, quién se replegó a Dakar y mantuvo un duelo artillero mientras los aviones navales británicos castigaban duramente sus barcos.
Aprovechando el compromiso inglés en Grecia, la Marina italiana reanudó la lucha contra los convoyes enemigos y envió una flota de buques rápidos hacia Creta, que fue descubierta por la observación británica iniciándose la batalla de Matapán, el 28 de marzo de 1941. Los aviones torpederos británicos alcanzaron al acorazado Vittorio Veneto, el mejor de la flota italiana, y dañaron al crucero Pola; al caer la noche, los ingleses utilizaron el radar para cañonear impunemente a los italianos, que carecían de él. En sólo cuatro minutos, Italia quedó sin acorazados rápidos, muy mermada en cruceros pesados e incapacitada para acciones en superficie. Durante el resto de la guerra, la falta de portaaviones y de radar impediría cualquier acción de la flota italiana y la obligaría a permanecer en sus bases.
La ruta del Atlántico estaba amenazada por los bombardeos alemanes de gran radio de acción y, sobre todo, por los submarinos. Al comenzar la guerra, los ingleses carecían de suficientes buques para escoltar sus convoyes, cuya única protección solía ser un mercante armado. Desde septiembre de 1940, los Estados Unidos cedieron 50 viejos destructores equipados con asdic, que obligaron a los submarinos a actuar en grupo y dirigidos por radio desde tierra.
Esta táctica dio resultado pero la Kriegmarine contaba con unos 30 submarinos oceánicos operativos y calculaba que eran precisos 300 para colapsar Inglaterra. Al comenzar la primavera de 1941, hizo un intento con grandes buques de superficie y envió el Scheer, el Scharnhorst y el Gneisenau a patrullar el Atlántico. Hundieron o capturaron dieciséis mercantes pero, ante la amenaza de los aviones ingleses, se retiraron a Brest. En mayo, el almirante Lütjens reemprendió la operación por el Atlántico norte con el crucero Prinz Eugen y el acorazado de bolsillo Bismarck, el mejor buque de guerra del momento. En aquella época, diez convoyes se dirigían a Gran Bretaña con escasa protección y la Home Fleet (almirante Tovey) recibió la orden de interceptar a los alemanes.
Los acorazados Hood, con veinte años de servicio, y Prince of Wales, tan nuevo que tenía la artillería sin ajustar, formaron una división para patrullar al norte de las Feröe y, más al sur, navegaron el buque insignia King George V, el Repulse, un mal barco de 25 años, y el flamante portaaviones Victorious. Como en el primer contacto, la artillería del Bismarck hundió al Hood y destruyó el puente de mando del Prince of Wales, la orden de hundir al Bismarck fue prioritaria y se unieron a la caza otros buques, como el portaaviones Ark Royal, destacado en Gibraltar. El Prinz Eugen regresó a Brest, por averías en las máquinas, y el Bismarck burló la persecución inglesa hasta que un avión lo descubrió. Atacado por los aviones torpederos del Ark Royal, combatió largo tiempo antes de que lo hundieran los buques de superficie. En lo sucesivo la guerra submarina acaparó la estrategia naval del Reich.